«No estaba listo para irme a casa»: El Dibu Martínez, el salvador de Argentina en los penales

DNI Salta.- Los buenos arqueros te ganan partidos con sus atajadas, pero el mejor del mundo lo hace también con la cabeza. Dibu Martínez es un fenómeno en todas las acepciones etimológicas del término.

Les dije a los chicos que no estaba listo para irme a casa. Ellos tampoco lo estaban. Somos campeones del mundo y de América, este gurpo se merecía seguir, hace 35 días que estamos encerrados…”, se liberó el marplatense que levantó con dos guantazos la serie y el ambiente, cuando todavía dolía el gol del empate y el penal fallado por Messi.

“Me llené un poco con la gente, porque tenía a los argentinos acá, también a mi familia cerca”, agregó Dibu, el héroe de las series frente a Colombia, Países Bajos y Francia, tres igualdades que no acabaron en tropiezo definitivo porque los rivales se toparon con sus guantes. En Houston, Ángel Mena y Alan Minda, el segundo con un manotazo potente que resucitó la esperanza y que desató el bailecito, una especie de haka marplatense que agiganta su figura e irradia su vigor mental.

“Nos costó muchísimo, estaba muy seco. Los controles eran muy malos, se me rompió un botín de vuelta… Pero estamos contentos con seguir”, planteó Martínez, el que en el primer tiempo achicó el arco frente a un Ecuador que hizo “un partidazo”, un trabajo “muy físico”. Algo que estaba dentro de los planes de la Argentina puesto que el grupo sabía que por delante tendrían a “uno de los rivales más duros que de la Copa”.

Pero Argentina pasó. “Nos costó un poquito más, no dimos el partido que la gente quería ver, pero al final ganamos”, continuó su descargo, evitando el autobombo, resumiendo su labor al mero resultado del esfuerzo que hace día a día para “ser un mejor arquero” y representar a la altura de las expectativas a la Argentina.

“Trabajo para eso, me tiro 500 veces por día en un entrenamiento, intento estar en mi mejor nivel para la Selección porque el país lo merece, la gente que gasta su dinero en venir a vernos… Me pierdo la voz de la emoción. Y también de gritar, ja”, dijo al borde del sollozo. “Estoy orgulloso, quiero seguir creciendo como arquero y como persona”, agregó, escuchando la algarabía de los miles de fanáticos que lo vitorearon.

Entre ellos, Santi y Ava, sus hijos, quienes compartieron con él el último fin de semana junto a Mandinha, su compañera de vida. Los que lo energizan, los que lo ven crecer. A los que llevó en el pelo en los primeros partidos, en una rapada con las letras S y A dedicadas exclusivamente a ellos.

Dos chicos que tienen en común algo con miles que en la Argentina agotan las ediciones del buzo #23: lo tienen como ídolo. Porque del mismo modo que la Selección tiene a su Superman como Leo, a la vez cuenta con un héroe terrenal, mortal, bestial. Un genio que con la mente, con una cabeza a prueba de todo, es capaz de ganar partidos, series. Hasta un título del mundo. Y es argentino.