DNI Salta.- El 1 de enero de 2024, mientras el país celebraba la llegada del Año Nuevo, Patricio Ruiz Díaz, conocido como “El Señor del Fusil”, protagonizó una fuga que dejó en evidencia serias falencias en la seguridad del penal federal de General Güemes, en Salta. A un año de su escape, las autoridades aún no han logrado dar con su paradero, pese a la recompensa de 3 millones de pesos ofrecida por el Ministerio de Seguridad de la Nación.
Ruiz Díaz, líder de una banda narco y condenado a seis años de prisión por tráfico de drogas y acopio de armas, logró escapar del Pabellón A de la cárcel utilizando una pinza para cortar cercos de alambre. Su ruta de huida lo llevó hasta un canal cercano, donde sus cómplices lo esperaban con dos camionetas de alta gama y una escalera metálica que facilitaron su salida.
Una fuga planeada al detalle
La ausencia de Ruiz Díaz fue detectada recién al finalizar los festejos internos en el penal. Una requisa reveló no solo su escape, sino también la aparente complicidad interna que permitió el ingreso de herramientas. Testigos reportaron que fue auxiliado por miembros de su organización criminal, quienes lo trasladaron rápidamente en vehículos preparados para la fuga.
Rumores posteriores situaron al prófugo en la provincia de Buenos Aires, donde se habría enfrentado a tiros con la Policía Federal. Sin embargo, logró evadir la captura nuevamente, demostrando los recursos con los que cuenta para mantenerse oculto.
Un perfil peligroso
Ruiz Díaz fue apodado «El Señor del Fusil» por el arsenal encontrado durante su captura en 2019 en Ingeniero Maschwitz, provincia de Buenos Aires. Entre las armas incautadas destacaban un fusil Colt AR-15, un FAL, una ametralladora PAM y diversas pistolas. Además, tenía en su poder casi una tonelada de marihuana, 12 kilos de cocaína y vehículos utilizados para el tráfico de drogas.
Escándalo y cuestionamientos
La fuga ha generado críticas al sistema penitenciario, especialmente por la corrupción que habría facilitado su escape. Comparaciones con otros casos emblemáticos, como la fuga de Marcelo Torrico en 2006, subrayan las recurrentes fallas de seguridad en las cárceles argentinas.
Mientras tanto, el caso de Ruiz Díaz sigue siendo un desafío para las fuerzas de seguridad y un recordatorio del poder que el crimen organizado puede ejercer incluso desde detrás de las rejas. La búsqueda continúa, pero su paradero sigue siendo un misterio.