DNI Salta.- En el universo de las relaciones digitales, ha surgido una nueva tendencia que afecta especialmente a la generación Z: el orbiting. Este fenómeno ocurre cuando una persona interrumpe el contacto directo con otra, pero sigue presente en su vida a través de redes sociales. A diferencia del ghosting, donde la persona desaparece por completo sin dar explicaciones, el orbiter mantiene una “presencia-ausencia”, observando historias, dando “me gusta” o comentando publicaciones, sin intención real de retomar el vínculo.
El término fue acuñado en 2018 por la periodista Anna Lovine, quien lo describió como una forma de mantenerse “lo suficientemente cerca para que ambos puedan observarse, pero lo suficientemente lejos para nunca tener que hablar”. Este comportamiento genera confusión y ansiedad en quienes lo padecen, ya que alimenta una ilusión de continuidad y deja una puerta abierta a la interpretación.
Las consecuencias emocionales del orbiting
Para muchas personas, especialmente jóvenes, el orbiting se convierte en una fuente de estrés y malestar emocional. La interacción digital del orbiter, a pesar del silencio en la comunicación directa, puede ser percibida como una señal de interés o la intención de retomar el vínculo. Sin embargo, en la mayoría de los casos, no hay una intención real detrás de estas acciones, lo que lleva a la persona afectada a interpretar señales inexistentes.
La psicóloga Sol Buscio, en una entrevista con La Nación, explicó que el orbiting mantiene a la víctima en una constante incertidumbre, atrapada entre la expectativa y la confusión. “La reiteración de likes, reacciones o visualizaciones de contenido puede interpretarse erróneamente como un intento de acercamiento, cuando en realidad no hay un deseo de reconectar”, señala.
Además, este fenómeno no se limita únicamente a relaciones románticas. También se manifiesta en amistades o incluso dentro de entornos familiares, generando una dinámica de desvinculación emocional que no se concreta del todo, pero que deja una huella en la persona que lo padece.
Según la experta en relaciones Persia Lawson, entrevistada por la BBC, el orbiting es una estrategia evasiva que permite mantener las puertas abiertas sin asumir responsabilidades emocionales. “Es como tener un pie adentro y el otro afuera. Es una forma de prolongar la ambigüedad sin comprometerse”, explica.
Por qué alguien hace orbiting
Las razones detrás de este comportamiento pueden ser diversas, pero algunos de los principales factores identificados por especialistas incluyen:
- Miedo a perderse algo (FOMO): Muchas personas continúan interactuando superficialmente con alguien no por interés real, sino por el temor a quedar fuera de su vida o perder acceso a información sobre su presente.
- Necesidad de validación: Para algunos, recibir la atención de otra persona sin necesidad de comprometerse emocionalmente puede ser una fuente de satisfacción o una forma de alimentar su ego.
- Falta de empatía: Algunas personas simplemente no son conscientes del impacto emocional que generan al mantenerse presentes en la vida digital de alguien sin intenciones reales de acercamiento.
Cómo salir del ciclo del orbiting
Para quienes experimentan este fenómeno, los especialistas recomiendan tomar medidas concretas para recuperar la estabilidad emocional. Bloquear o silenciar al orbiter en redes sociales puede ser una estrategia efectiva para evitar la tentación de interpretar sus interacciones como señales de interés.
Como señala Buscio, “el que quiere estar cerca, va a estarlo, y el que quiere alejarse también lo manifiesta de manera clara. La ambigüedad solo perpetúa el malestar”.
Además, un informe elaborado por la aplicación de citas Hinge en febrero de 2024 reveló que este tipo de dinámicas no son triviales y tienen un impacto significativo en la salud emocional de las personas:
- Dos de cada tres usuarios de apps de citas consideran el tiempo de respuesta como un indicador clave de interés.
- El 56% admite haber sobreanalizado el lenguaje digital de una pareja potencial.
- Tres de cada cuatro encuestados creen que iniciar una conversación es una señal de compromiso real.
Estos datos refuerzan la idea de que, aunque las interacciones digitales puedan parecer superficiales, tienen un peso emocional considerable. Por ello, es fundamental establecer límites y priorizar relaciones que ofrezcan claridad y bienestar.