DNI Salta.- Con una solemnidad única y la escenografía imponente que caracteriza a la Iglesia católica, el féretro del papa Francisco fue trasladado este miércoles desde su residencia en Santa Marta hasta la Basílica de San Pedro. Las campanas resonaban en señal de duelo, mientras una procesión encabezada por el cardenal camarlengo Kevin Farrell daba inicio a las ceremonias fúnebres con cantos en latín y la participación del coro de la Capilla Sixtina.
Este acto marcó un momento inédito: nunca antes un Papa había vivido fuera del Palacio Apostólico. Francisco eligió desde el inicio de su pontificado habitar el hotel eclesiástico Santa Marta, símbolo de su austeridad. Desde allí partió el cortejo fúnebre encabezado por 80 cardenales, entre ellos el argentino Leonardo Sandri, notablemente conmovido.

El ataúd de madera, simple y cubierto por un paño rojo, fue llevado por catorce “sediarios”, acompañado por alabarderos de la Guardia Suiza y penitenciarios con antorchas. Lo siguieron los miembros más cercanos a Francisco: sus secretarios personales, enfermeros y asistentes.
El recorrido culminó en la plaza de San Pedro, colmada de fieles que seguían la ceremonia a través de pantallas gigantes. Un espontáneo aplauso estalló al ingresar el féretro a la Basílica, acompañado por las letanías de los santos. Fue colocado sin catafalco, sobre una tarima de madera, tal como lo había pedido el Papa de la sencillez.
El cardenal Farrell bendijo el cuerpo de Francisco con agua e incienso. La liturgia en latín incluyó plegarias por el alma del Pontífice, por la Iglesia y por la unidad de los pueblos en la paz y la justicia.

Luego, una larga fila de autoridades religiosas se acercó a rendirle homenaje. En medio del protocolo, una figura llamó la atención: sor Geneviève Jeanningros, amiga personal del Papa y sobrina de Léonie Duquet, víctima de la dictadura argentina. Conmovida, permaneció junto al ataúd tras ser reconocida por los gendarmes del Vaticano.
También se hizo presente el argentino Luis Liberman, amigo judío del Papa y referente en temas de acceso al agua. “Me duele el alma. Despedimos a un líder que sembró esperanza hasta el último aliento”, expresó entre lágrimas.
La jornada fue una despedida cargada de afecto y memoria. Una última muestra de cercanía hacia el hombre que, como él mismo dijo, “vino del fin del mundo” para dejar huella con su ejemplo de humildad y compromiso.










