DNI Salta.- Por primera vez, la esperanza venció al miedo en la Argentina. El pueblo exclamó este domingo su grito de libertad y el mandatario electo logró triunfar por paliza imponiéndose al «monstruo» del aparato kirchnerista, al poder, a la campaña sucia, al blindaje mediático y a los manejos espurios de décadas.
Tras varias décadas de obscena corrupción y y sometimiento de los sectores más vulnerables, Argentina como país se plantó, pateó el tablero y dijo basta, abrazándose sin matices a la reconstrucción y al fin de la decadencia y la vieja poítica.
Javier Milei arrasó en la segunda vuelta presidencial celebrada este domingo con el 56 por ciento de los votos, frente al 44 por ciento de Sergio Massa, candidato del peronismo y ministro de Economía, en un país con el 142% de inflación interanual y una crisis sin precedentes.
La diferencia entre uno y otro fue de casi tres millones de votos, una paliza para el peronismo que no tiene antecedentes. Fue un volantazo incluso mucho más brusco de lo pronosticado por consultores, analistas, erudictos y asesores a fines al oficialismo reinante hasta el 10 de diciembre.
Y Argentina se lanza hacia lo nuevo, habló en las urnas harta de la vieja política, de la dádiva, de la emisión monetaria incesante que fomenta la inflación, del ajuste siempre para los trabajadores, de los gremios cómplices y corruptos, del modelo empobrecedor del Estado omnipresente y que solventa caprichos que pagamos con nuestros bolsillos.
Milei, que se asomó desde los estudios de televisión hacia la política hace solo dos años, cuando se convirtió en diputado, promete poner patas para arriba todo lo contaminado, siendo un claro emergente de los fracasos sistemáticos de 40 años, donde fue la casta política la culpable de la crisis económica perpetua que devasta Argentina,
Los votos de Milei no solo salieron de los jóvenes, sino también de adultos que abrazan la esperanza, hartos de la crisis económicas recurrentes. El candidato libertario logró también captar la mayor parte de los 6,2 millones de votos que obtuvo en la primera vuelta Patricia Bullrich, los de Juan Schiaretti e, incluso, lo de muchos peronistas afines al kirchnerismo en otras circunstancias.
Milei ganó sin discuciones en 21 de los 24 distritos electorales del país, entre ellos Córdoba, Santa Fe y Mendoza, los más poblados del territorio después de la provincia de Buenos Aires. Incluso en territorio bonaerense, bastión histórico del kirchnerismo parasitario y asistencialista, también penetró en partidos bonaerenses donde predominan los sectores populares.
De hecho, los 14,5 millones de votos que Milei recibió el domingo último suponen un aumento de unos 6,4 millones de sufragios respecto a caudal que obtuvo en las generales de octubre, con un nivel de participación electoral similar. Y esto surge de la acumulación de angustia hartazgo ante un contexto que tiene una inflación que supera el 140% interanual, siendo que cuatro de cada 10 argentinos son pobres y las reservas del Banco Central están en rojo.
Se trata de una de las tres grandes crisis de este tipo que el país atraviesa desde que recuperó la democracia hace 40 años, tras la hiperinflación que anticipó el fin del gobierno de Raúl Alfonsín en 1989 y el estallido social que provocó la caída del presidente Fernando de la Rúa en 2001. En ese escenario, el cambio y la esperanza vencieron al miedo.
También el pueblo votó en contra del kirchnerismo en declive, la corriente del peronismo que domina la política argentina desde 2003, y contra el descrédito hacia Massa, quien ya intentó ser presidente en 2015, bajo el ala del Frente Renovador, una agrupación peronista disidente que creó para oponerse a Cristina Kirchner, En 2019, Massa, ambicioso, personalista y trepador, volvió al kirchnerismo y escaló posiciones hasta convertirse en candidato del partido que solo cuatro años antes había traicionado. Y a eso la gente lo vio.
Milei logró desde su irrupción a la arena pública, cuando fue electo diputado, diferenciar una narrativa política muy distinta, comfrontativa del sistema, y en la última elección, histórica, venció a todo, y a todos.
El flamante presidente luchó contra molinos de viento y venció al miedo, a la campaña sucia instalada desde el oficialismo y a sus gobernadores afines, como sucedió con el mandatario salteño Gustavo Sáenz, quien, mandado por su amigo Massa para «corregir» el fracaso de las PASO, se la pasó extorsionando al pueblo de la provincia diciendo que si gana Milei no pagará sueldos, instalando que será el fin de la coparticipación y que un triunfo de La Libertad Avanza implicaría «cerrar la provincia».
Le ganó a los «panqueques» que en el tramo final de la campaña hicieron un intento desesperado por unirse para recoger votos, como es el caso del camaleónico y especulador exgobernador de Salta Juan Manuel Urtubey.
Milei le ganó a la mentira y a la tergiversación de sus propuestas, “¿De qué riesgo me hablan? ¿De qué salto al vacío? Si nos estamos yendo al mismísimo infierno”, dijo a sus seguidores en uno de sus últimos actos, respondiendo de algún modo a tanto agravio.
Le ganó a la estructura, al poder, al «monstruo» peronista y a los miles y miles de millones de pesos en campaña que se dilapidaron, a costa del pueblo y en un país empobrecido. Le ganó a los consultores brasileños de Lula Da Silva a los que apeló Massa para hacerse ver creíble, a aquellos infalibles que jamás hicieron perder una elección. Pero ni aún así pudieron contra el «archivo» que condena al hombre de Tigre.
Le ganó a los planes de dádiva desesperados de Massa, al asistencialismo sin límites y a las promesas sin sustento.
Le ganó también a los medios coptados por el oficialismo que blindaron a Massa con una campaña en contra indisimulable que incluyó el «bombo» que fue desde el Grupo Clarin hasta la TV Pública, pasando por C5N.
Venció de igual modo a la estructura corrupta de punteros políticos del kircherismo y a los pesados sindicatos que extorsionaban a los trabajadores, a la cultura del apriete mafioso.
Salió airoso ante el pueblo esperanzadado de las calumnias sobre su vida privada, de los carpetazos falsos y de las clases de actuación a cambio de miles de pesos de el «histriónico» Massa que intentó sin éxito impresionar en el último debate presidencial previo al balotaje, basando sus alocuciones a las constantes injurias.
Le ganó al fraude electoral que intentó pergeñar el oficialismo en las tres elecciones nacionales, a los votos faltantes en las escuelas, al voto en cadena, a las boletas rotas, orinadas e inválidas, a las violaciones de la veda electoral
Milei le ganó a todo y a todos, porque el cansancio del pueblo, la avidez por cambios reales y la esperanza le ganaron al miedo.